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jueves, 12 de julio de 2012

El Fútbol es como Madagascar.



 Si trazáramos un paralelo entre el mundo del deporte y el mundo, propiamente dicho, el Fútbol seria Madagascar.
 Una isla separada del resto, con especies únicas, algunas alucinantes y otras que impresionan. Una isla que combina dos climas tan diferentes que parecieran estar unidos por arte de magia. Una isla que parece detenida en el tiempo o salida de algún cuento.
 Hubo un momento en que Madagascar estaba unida a África y se desarrollaba a su par; pero el mundo cambia, muta, evoluciona. En cambio, Madagascar tomo otro rumbo, se separo, cambio a su modo. Con el Fútbol paso exactamente igual.
 Madagascar alberga el 58% de las especies de animales y plantas del mundo (del cual más del 80% son endémicas de Madagascar). En el fútbol pasa algo similar.
 Solo en este ambiente se desarrolla una especie llamada “Periodista Tribunero”, es aquel que opina sin fundamentos, que argumenta sin un dato concreto y cree saber tanto como un Director Técnico.
 Otra especie especifica, pero muy extendida por las Pampas Argentinas, es el “Barrabrava”. Dícese ser un hincha que en realidad es un militante subversivo y extorsionador que disfraza sus ansias de dinero y poder con una fachada de pasión incondicional respaldada por la violencia de sus actos.
 También podemos encontrar el “Bluff” o más conocido como “Jugador que finge las faltas”. Esta últimamente se ha convertido en una plaga, no importa nacionalidad, categoría o experiencia, esta plaga afecta a casi todos los jugadores por igual. Parecen ser abatidos por un francotirador ante el menor roce y magnifican cualquier contacto, incluso cuando tienen la ventaja sobre el balón.
 El bluffing en particular, se ha vuelto algo tan común que cuando un jugador no lo hace es considerado “distinto” o “fuera de serie”. Si el Fútbol hubiera seguido el código de honor que practica su primo/hermano el Rugby, donde fingir es algo inaudito, la cosa seria muy diferente.
 En cualquier deporte la premisa es sacar ventaja sobre el rival, ya sea con el despliegue físico o táctico, con técnica o talento; pero existe otra posibilidad, una que no se puede cuantificar o clasificar… La picardía.
 La picardía se mama en el potrero, en la canchas de barrio, donde no hay distinción de edad, altura, peso o experiencia entre en los jugadores. No es algo que se enseñe, es algo que se alcanza por insistencia.
 Que pasa cuando la picardía se vuelve malicia y se trata de buscar ventaja sobre el rival de la forma que sea y no importa lo desleal que sea? En el bluffing encuentra su mayor expresión, volviendo mediocre este deporte.

 La decadencia del fútbol como deporte no solo es culpa de sus jugadores, sino también de la prensa. Muy pocas veces he visto un programa de TV, escuchado uno de radio o leído un artículo, donde se analice la cuestión táctica de un encuentro o donde se expongan estadísticas que fundamenten una opinión… todos son especialistas, todos tienen la clave para plantar equipos y ganar campeonatos. Todos dicen que su equipo es el mas grande, el mejor, que tienen el mejor plantel y a la tercer derrota ya piden la cabeza del técnico.
 No es casualidad tampoco que los mejores “opinólogos” del fútbol sean ex jugadores, pero son tan pocos los que hablan con claridad y fundamentos que los confunden con periodistas. Que paradoja, no?

 El fútbol es el deporte más jugado en el mundo, sus mundiales son los más vistos a nivel global; pero aun asi sigue siendo Madagascar. Esa isla donde hay más de 100 especies únicas de aves y animales tan pintorescos como los lemures o las fosas, los Messi o los CR7.
 El fútbol es Madagascar porque todos saben que es único y a la vez tan especial que si la mano del hombre moderno llega a él, desaparecerá como lo conocemos. Para la isla un cambio seria catastrófico y para los hinchas, intolerable… ya sea para bien o para mal.

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